sábado, 26 de septiembre de 2009

Esta tarde vi llover

Esta tarde vi llover, creo recordar que era el titulo de una canción de Armando Manzanero, y en mi caso, paso a otros derroteros sobre el sentir del título y de las sensaciones que me trae esa visión.

A más de uno esto le podrá sonar algo así como que “el pájaro éste, está más majara de lo que se le supone”, pues sí, es muy posible que esté bastante majareta, pero da la casualidad de que con independencia de lo que se especule acerca de mi estado mental y que además se elucubre sobre mis sensaciones, he de decir que soy un amante fiel y empedernido de la Naturaleza, me duele todo cuanto pueda afectar negativamente a su entorno y a los seres que la conforman y por eso cuando esta tarde vi llover, me emocioné, me alegré, sentí el frescor esa sensación que me tenía con la mente puesta en el cielo desde el pasado miércoles cuando fui al Río Campanillas y mientras tomaba algunas fotos y andaba por su cauce y miraba como las pocas pozas que aún persistían en aguantar esa agua, ese respiro de vida, clamaban al cielo para que cayese alguna gotita de agua que ayudara a paliar tanta sed y para dar un respiro a sus habitantes.

¡Aleluya! está aquí el agua, eso es lo que se me vino a la mente cuando sentí el tintinear de la llovizna, cuando olí ese frescor de la humedad de la tierra mojada bajo la lluvia, a priori, sin tiempo de pensar en nada más, la mente se me fue para el Río, para sus pozas, para esas Bogas, esos Galápagos, Ranas, Culebras y todo bicho viviente que en sus fuentes beben y viven, que alegría más grande, tenemos agua, fuente de vida, preciado tesoro que nos es vital.

Con la esperanza de que con una suave y leve intensidad se mantenga para refrescar y regenerar, ríos, acuíferos, campos y además limpie la atmósfera, rezo a todos los dioses para que cuando vuelva por esos entornos, pueda encontrar esos visos de vida, de frescura y que gracias a sus habitantes y a esa tan querida y amada Naturaleza, pueda seguir haciendo mis fotos, llevándome esos recuerdos de cuantos por allí viven, y que sin molestarles, sin necesidad de matarlos para después disecarlos o llevármelos de otra forma y así mostrarlos a los demás o simplemente, destruirlos sin más, sin entender el motivo ni la razón que lleva a algunos a hacer esto, yo me quedo con su imagen con ese momento captado, con ese detalle de alguna postura, algún gesto que perdurará en mi mente y que al plasmar en mis fotos podrá perdurar para aquellos que las vean.

lunes, 14 de septiembre de 2009

La Luz en la fotografía

Como muestra subo dos imágenes que no son precisamente espectaculares, ni tampoco son referentes de nada, hay fotografías que superan a estas dos de una forma abismal, estas dos muestras no son más que eso un pequeño y humilde detalle de lo que puede ocurrir con la Luz.

El tema que me trae aquí “La Luz en la fotografía”, es precisamente el mayor reto al que se debe enfrentar cualquier fotógrafo, al igual que ocurre con la pintura, la Luz es fundamental, es “la piedra filosofal” para crear cualquier obra, su presencia como su ausencia son el punto de partida de la obra en cuestión.

Un antiquísimo dicho en fotografía es “la fotografía, es pintar con Luz”, esto es, pienso y creo no equivocarme, lo conocido por la inmensa mayoría de fotógrafos, aficionados y no aficionados. Pero esa búsqueda de la Luz se torna complicada y compleja cuando al no trabajar en un estudio, un lugar controlado, con equipos y medios para reflejar, crear o modificar esa fuente de Luz, tanto la artificial como la natural, pues dependemos del momento de las condiciones climáticas, de esa hora concreta así como de esa estación anual en la que las condiciones son determinadas.

Precisamente escogí estas dos fotos por motivos totalmente opuestos y que adoleciendo de lo expuesto en el encabezado, pueden servir como muestra de algunas de las situaciones más típicas que podemos encontrarnos en la naturaleza donde los controles son muy limitados y que obligan a conocimientos y esfuerzos por paciencia, insistencia, etc., así como a acatar “lo que hay” e intentar sacar el máximo partido precisamente a eso, a “lo que hay”.

Empezamos con la primera fotografía, tomada en El Torcal, ¿por casualidad?, pues no, fue producto de los conocimientos que mi amigo y compañero de Afonama, Vicente, posee, después de esperar la fecha apropiada y conociendo el punto exacto de la puesta de Sol, además de conocer suficientemente bien los recónditos lugares de El Torcal, me avisó, fuimos expresamente para hacer ese tipo de fotografías, con independencia de aprovechar el viaje para hacer algo de nocturnas y de disfrutar del medio. El resultado es que como comentaba, la naturaleza es imprevisible y nos encontramos con una fortísima ventisca que casi nos arrastraba, esto hizo que tuviésemos muchos problemas para que con esas velocidades de obturación a la que se trabaja con algunas de las tomas pues nos encontráramos con los inconvenientes de la trepidación. Aun así, el objetivo se cumplió, los cálculos y las previsiones y estudios de mi amigo, se cumplieron sobradamente, esto es lo que se puede decir, trabajar con profesionalidad.

La segunda foto, es algo totalmente contrario, en la salida prevista a Minas de Riotinto, y que estaba enfocada a otro tipo de fotografía, se presenta una oportunidad de una toma sobre un paisaje incluyendo a mis compañeros José Antonio y Miguel Ángel, también de Afonama, y aquí está la diferencia con la anterior. La hora y la luz del momento permite hacer algo, pero como siempre, estamos en la naturaleza, estamos en un entorno no controlado, hay, lo que hay, y por ejemplo, la Luz era buena, pero la ausencia de nubes hacía un cielo frio, vacio, sin detalles, en fin que esos toques de encuadre, esos puntos interesantes, se quedan en intentar sacar lo que tenemos y fastidiarnos con la situación de que no siempre se tiene esa suerte de encontrarnos con todos los componentes precisos para hacer algo bueno e interesante.

En fin, además de tener conocimientos sobre el trabajo que realizamos, en la naturaleza estamos a merced de los condicionantes y de lo que la misma nos quiera deparar, el factor suerte sigue siendo sólo eso, suerte.

viernes, 4 de septiembre de 2009

Agridulce

Pues algo así es el sentir que podría quedar después de vivir una experiencia algo rocambolesca en lo que a fotografía se refiere.

Ahora bien, el título tan sólo se queda como eso, como título, ya que estando en el lugar que estuvimos mi amigo Vicente y yo, siendo el día que era, luna llena, haciendo y compartiendo tanto la afición por la fotografía como la pasión por la Naturaleza, el asunto de “Agridulce” se queda, repito, en un mero título.

En este artículo como en casi todos los que publico, mi única intensión está en compartir con todos aquellos que me siguen, las emociones, experiencias y vivencias que sobre todo en relación a la fotografía, disfruto tanto en solitario como junto a mis compañeros. En esta ocasión como en tantas otras esto se lo debo a mi amigo Vicente que no sólo conoce perfectamente el asunto de luces y horarios para la fotografía de paisaje, sino que en el terreno del medio natural, la escalada, y la desenvoltura en el campo en todas sus facetas; es para él algo simple, y llevadero como si de la vida cotidiana se tratase.

Vernos en medio del Torcal, una esplendida luna llena, ver todo como si fuese de día, andar por esas rocas en plena noche y madrugada, son experiencias que se viven intensamente y que siempre quedan para el recuerdo. Por eso esto que paso a relatar y que formaría parte de ese “Agridulce” pues como que es una simple anécdota y tan sólo provocó las risas y el “cachondeito” propio de la situación.

Vamos al tema, empezamos haciendo fotos de unas luces algo espectaculares, aunque el fortísimo viento que reinaba en Las Ventanillas era casi huracanado y nos movía las cámaras como si tuvieran “el Mal de Sambito” pero aún así la contemplación del espectáculo era suficiente para estar contentos. El asunto se fastidió cuando después de haber estado haciendo estas fotos con mi cable sincronizador y funcionando sin problemas, pues “ZAS” a chorrarla, se fue al garete cuando realmente hacia más falta, en las fotos nocturnas. El asunto es que en vista del mal, y que la puñetera cámara no me permitía dejar el obturador abierto de forma automática, pues hay que recurrir a algo impropio pero que como uno es un tanto “ceporro” y “cabezón” pues nada a meter el dedo, haber que pasa.

Resultado: de sobra se sabe que para hacer fotos nocturnas con la intención de sacar los trazos de estrellas, pues mire usted, como que no. Eso sí, se puede sacar un tipo de trazos un poco light, toda vez que andamos con una luz “parasita” provocada por la propia luna y que obliga a exposiciones menores, a compensaciones distintas de las que se suelen hacer con ausencia total de luna, etc. además los trabajos de este tipo siempre se enfocan a tomas muy especificas y que no siempre suelen ser tan impactantes como pueden serlo en las condiciones antes descritas. Así que imaginen, exposiciones de entre 4, 6, 15 e incluso más minutos, y esto con el dedito apretando el obturador, a mi amigo Vicente y a mí, nos entraba la risa, así que las fotos no sólo salían trepidadas, sino que como se trataba un poco de averiguar tiempos de exposición para tomar notas, pues los encuadres como que quedaban en un segundo o tercer plano. Por tanto lo que salió fue estas fotos que voy a dejar a continuación y que tan sólo están a título de ejemplo del desastre, ya que en condiciones normales habrían ido a parar directamente a la papelera, pero en fin, yo las hice, yo las firmo, yo las recuadro y las expongo, los gorrazos, pues ya se me darán en su momento.

He aquí las interfectas.



El resto son algunas de las imágenes que pudimos hacer y que forman parte de esos momentos de recuerdo y que pasan a nuestros álbumes particulares, además de ser compartidas con cariño con todos los que las ven.