El Tiempo está empezando a parecerse a mí más de lo normal, o sea que está más majareta de lo razonablemente lógico. Empezamos el otoño pasado pensando, “¡vaya, hombre! por fin tenemos agua de lluvia de forma abundantemente generosa, empieza el frio de una forma también apropiada a las fechas, y así un largo etc. incluso entrados en el invierno cuando empezábamos a pensar, ¡pues este frio es propio y normal!”.
Todo esto dentro de lo que ya añorábamos como propio de un buen otoño y un buen invierno. Pero llega la primavera, también dentro unos valores “normales” ¿o quizás no tan normales?, enteramente parece un vulgar y común febrerillo el loco; de pronto frio intenso, de pronto, calor veraniego, y así unos cambios en los que el viento es el principal invitado y no nos deja ni por aburrimiento.
El asunto es que entre estos cambios, estas situaciones y como no, ese viento, ese fastidioso, y acuciante viento que para los que de vez en cuando intentamos hacer macro fotografía, pues es algo así como tener un grano en el culo. Este pasado sábado aprovechando que tengo tiempo y la oportunidad de salir, me acerqué con mi amigo José A. hasta El Torcal para hacer unas fotos de orquídeas. El asunto parecía de “guasa”, nos encontramos una niebla de aquí te quiero ver, 0,5º de temperatura, una ventisca que nos impedía respirar, vamos lo propio para las fotos macro.
Apenas andamos unos metros, una vez que nos acercamos a la zona en la que esperábamos encontrar orquídeas, efectivamente, allí estaban, Anacamptis champagneuxii y Barlia Robertiana, alguna que otra por florecer y unas plantas de Cynoglossum cheirifolium.
A pesar de las malísimas condiciones, como quería estrenar mi Nikon AF-S VR Micro 105 mm f/2,8G IF-ED, pues nada al suelo, sombrillas por un lado y otro para evitar el viento, ¿el viento?, el huracán de los demonios, el frio y la madre que los parió. Resultado de todo, unas pocas de fotos, sin apenas tiempo ni ánimos para encuadrar, fotos trepidadas como si tuviesen “el mal de Sambito” fondos de pura pena y todo un sin fin de infortunios, además todo esto a la carrera porque empezaron a caernos copos de nieve encima, por si las moscas, salimos por patas de allí.
Así que aunque sólo sea como referencia y a efectos de ver lo que había y sabiendo que las fotos son de purita pena, esperando que las próximas puedan demostrar lo que realmente da este buen objetivo, aquí cuelgo una de cada plantita. Por cierto mi amigo José A. ni sacó la cámara, inteligente decisión.