El pasado día 13 quedamos tres compañeros de Afonama, Paco Chamizo, Antonio Sánchez y quien suscribe, para dar una pequeña vuelta por El Torcal, realmente se trataba de poco tiempo ya que debido a la disponibilidad de tiempo a causa del trabajo, así como las limitaciones que en esta época del año nos impone la luz, pues tan sólo disponíamos de apenas tres horas para poder movernos por el entorno, buscar Cabras Montesas que era nuestro objetivo final, ya que nuestro compañero Antonio Sánchez no tenía fotos de estos animales, algo normal en él ya que es un experto submarinista y se dedica con mayor intensidad al trabajo de fotografía submarina, a pesar de ser un fantástico fotógrafo en todos los sentidos ya que también fotografía motivos de naturaleza terrestre y aspectos como el paisaje y otros, basta con visitar su blog o página web de las que tengo enlaces en mi apartado de Enlaces.
Nuestro amigo Paco también consiguió unas tomas de cabras con la vista del valle y el pueblo de Villanueva de la Concepción al fondo, e iluminadas por esa cálida luz del atardecer, que realmente quedaban muy interesantes.
Debido a esta dedicación que tuvimos para poder fotografiar las cabras, de las que por cierto nuestro querido amigo Antonio, consiguió algunas tomas más que interesantes, por luz, encuadre y composición de imagen, pues como decía, esta dedicación nos hizo centrarnos en una zona rocosa y un tanto escalpada desde la que debido al escaso tiempo de que disponíamos, la luz se nos echó encima de tal manera que la luna llena que esa tarde teníamos, se nos adelantó lo suficiente como para apenas darnos tiempo de acercarnos al primer tramo de bajada hasta un valle próximo. Esto nos impidió tomar esa inmensa, anaranjada y majestuosa Luna Llena que contrastando con la luz de la puesta de sol, nos abría permitido tomar un encuadre de las formaciones rocosas iluminadas por esa cálida luz crepuscular y sobre las mismas la referida Luna, pero como dice el refrán, “no se puede estar en misa y repicando”.
El caso es que cuando bajamos y a la vista de que la luna ya subió bastante perdiendo tamaño, color y detalles, así como falta de luz crepuscular, pues nada, un par de encuadres, unas cuantas pruebas, media vuelta hacia el ocaso, tomar alguna foto de siluetas con esa luz de la puesta de sol y con la noche encima iluminados por nuestra esplendida luna, caminamos despacio con nuestros equipos hacia el Centro de Visitantes y la zona de aparcamientos para poder charlar amenamente y disfrutar de algo que repetiré una y mil veces; la compañía de mis amigos y compañeros es lo más importante, ya que además de aprender de ellos, se pasa un muy agradable rato compartiendo afición y risas, algo que no tiene precio.
Debido a esta dedicación que tuvimos para poder fotografiar las cabras, de las que por cierto nuestro querido amigo Antonio, consiguió algunas tomas más que interesantes, por luz, encuadre y composición de imagen, pues como decía, esta dedicación nos hizo centrarnos en una zona rocosa y un tanto escalpada desde la que debido al escaso tiempo de que disponíamos, la luz se nos echó encima de tal manera que la luna llena que esa tarde teníamos, se nos adelantó lo suficiente como para apenas darnos tiempo de acercarnos al primer tramo de bajada hasta un valle próximo. Esto nos impidió tomar esa inmensa, anaranjada y majestuosa Luna Llena que contrastando con la luz de la puesta de sol, nos abría permitido tomar un encuadre de las formaciones rocosas iluminadas por esa cálida luz crepuscular y sobre las mismas la referida Luna, pero como dice el refrán, “no se puede estar en misa y repicando”.
El caso es que cuando bajamos y a la vista de que la luna ya subió bastante perdiendo tamaño, color y detalles, así como falta de luz crepuscular, pues nada, un par de encuadres, unas cuantas pruebas, media vuelta hacia el ocaso, tomar alguna foto de siluetas con esa luz de la puesta de sol y con la noche encima iluminados por nuestra esplendida luna, caminamos despacio con nuestros equipos hacia el Centro de Visitantes y la zona de aparcamientos para poder charlar amenamente y disfrutar de algo que repetiré una y mil veces; la compañía de mis amigos y compañeros es lo más importante, ya que además de aprender de ellos, se pasa un muy agradable rato compartiendo afición y risas, algo que no tiene precio.